A
María Angélica Uribe-Holguin Piedrahita,
una
querida colombiana a quien no conozco personalmente
pero
sí sus valores. Es una amiga incondicional.
La pena se vuelve canto
y aunque sé que es
peregrino
me torna en sereno
estanque
desmesuradamente.
Breves trovas de una
alondra
que en el otoño
incipiente
me han liberado del
tiempo
apaciblemente.
Quizás mi alondra
extranjera
en mi mañana rizada
quiera danzar conmigo
indefinidamente.
Publicado en mi libro "De sentire y sentires". 2008
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