En el lapso ambiguo de la espera
-cuando la soledad me fustigaba
en la piel y en el alma entumecida-
encontraba amables los rincones
donde acurrucaba sueños.
En ellos me habitabas complaciente
y llevándome a ensenadas de sosiegos
me transfundías el plasma necesario
para querer vivir hasta tenerte.
Para llegar al tiempo altisonante
-que prevalece a lo soñado e imaginado-
debí vivir, antes de amarte,
de tu presencia fugaz pero inmutable.
Misterios aliados con la vida
nos mantienen vivos y
confiados.
Y ahora, lejana la liturgia del sollozo,
saldrá por la línea de luz bajo la puerta
tu silueta de contornos conocidos
viniendo por mí desde el comienzo.
Publicado en mi libro "De sentires y sentires". 2008
Publicado en mi libro "De sentires y sentires". 2008
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