Taciturno,
cavilante,
el trapiche hacía
arena
como el mar.
Las uvas resecas
se alejaban del vino
por olvidos del
agua.
Se volvió fuego
la viña, desamorada
de la sequía y el
sol.
Y pude verme dentro
de esa figura
abstracta:
todo arena, sin un
parral.
Publicado en mi libro "De sentires y sentires". 2008
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