No habrá, tal vez, amor más amoroso
que el que nace del dolor sufrido
y en raíces de perdón construye
la llamarada expuesta.
Entró en mi inmunidad adquirida
por resquicios de insondable origen
y rendida la defensa innata,
se avivó el fragor del alma.
Inmunidad al amor, muro imaginario
que en la esencia misma del amor sucumbe,
y el ser se muere, si fuese esto posible
de la muerte natural más anhelada.
Publicado en mi libro "De sentires y sentires". 2008
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