La tarde se va pero teme
entrar en la insondable noche
añorando al día
que le dio sustento.
Escucha sonidos imperfectos,
citadinos o caseros,
que en nada la ayudan
en su tembloroso ingreso
a la negritud... y estando
desorientada y perdida
en algún lugar y en algún tiempo
persiste en su temerosa duda.
La bella sombra nocturna del roble
la anima a seguir camino
y las entrañas de la luna
la incitan: ve tarde, ve...
Y todo se aclara para ella
que se lanza a la noche
ya sin miedo.
Publicado en mi libro "De sentires y sentires". 2008
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