Se
desgajó una rama
del
mimbre
y cayó
repleta de hojas.
Hojas de
sombras
y
amparos.
Amparaba
muchos tréboles
y muchas risas
y muchas voces.
Supo del
batir de alas
y de
inspirar al viento,
feliz,
despreocupada.
Se
embebió en las aguas
de la
acequia
y
sostuvo dignamente
el rigor
de sequías.
Vivía
allí,
donde la
amaban.
Mas un
día
el tiempo la venció.
Y la
quebró el viento.
El mismo
soplo
que
silbaba en ella
y que
con ella se llevó
ese día
las risas
y las voces.
y las voces.
Publicado en mi libro "De sentires y sentires". 2008
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