A
Lalo, mi hermano,
que sabe que lo quiero.
Último en nacer
y primero en cosas
que se callan.
Con reservas escondidas
que se muestran justas
en tratos habituales
y en ésa, tu habitual entrega.
Pareciera velado mi afecto
contrastado al tuyo,
claramente desmedido,
ingente.
Pero siempre ocurre,
ocurre siempre que escribir
ayuda a abrir el alma.
El papel quita pudores
y la pluma,
la pluma... sin permisos
nos desnuda.
Y así, en esta mañana gris,
con lloviznas que dejan
entrar las remembranzas,
encontré un espacio azul
lleno de soles
que me invita a acompañarte
y a charlar un rato
con vos... hermano.
Publicado en mi libro "De sentires y sentires". 2008
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