Abrigo y desnudez, paradoja anciana,
que invade espacios nocturnos
siempre vacíos... siempre dolientes.
Paradoja anciana, ancestral absurdo.
Lo que muere en los resabios
de luz de los
vitrales, vidrio y plomo,
es vida que quiere
quedarse
porque no sabe
adonde ir.
Si pudiera
despertarse con el roce
de esa luz y su
capricho de quedarse
en los vidrios de
colores,
podría irse en paz
definitivamente.
Publicado en mi libro "De sentires y sentires". 2008
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